viernes, 25 de enero de 2013

Se ensuciaron las medias


1919. La Primera Guerra Mundial ha acabado hace menos de un año y en Estados Unidos se respiran aires de paz. Así que las Series Mundiales se presentan como el espectáculo perfecto para lograr la prosperidad definitiva. Es baseball, un juego que en América despierta un interés que sobrepasa a cualquier otro deporte.
Los White Sox de Chicago se proclamaron campeones en 1917 al derrotar a los poderosos Giants de New York pero el conflicto bélico mundial hizo que seis de sus peloteros prestaran servicio en el ejercito americano. Hecho que supuso una prematura eliminación en 1918. Para el año siguiente ya habían recuperado a la totalidad de la plantilla y llegaban a las series finales como claros favoritos al título. Enfrente estaban los Reds de Cincinati. Pero no fue su rival el que se interpuso en el camino hacía la gloria de los medias blancas. Fue la avaricia y la envidia las que acabaron condenando a un equipo plagada de talento.
La plantilla de los White Sox de Chicago de 1919.
Joe Descalzo Jackson, el mejor bateador del momento.
La plantilla de los White Sox estaba formada por diversas y distantes clases de la sociedad de principios del siglo XX: la clase alta estaba liderada y representada por el segunda base Eddie Collins (graduado de la Universidad de Columbia) y en el otro lado se encontraba la clase baja, representada por el outfielder Joe Jackson, que no sabía leer ni escribir. Los jugadores percibían una remuneración distinta según su clase social y esto generaba envidias y confrontaciones dentro del vestuario. Jackson era un jardinero analfabeto pero era el mejor pelotero de la época, algo que no valoraba Charles Comiskey, el dueño del club, que consideraba que los jugadores debían recibir su salario acorde con la educación y clase social de cada uno.

Aún y así, en 1919 los jugadores no firmaban contratos astronómicos, ni tenían grandes ingresos por publicidad ni el deporte generaba cantidades asustantes de dinero. En definitiva, el globo en el que viven hoy en día las estrellas de la pelota ni tan siquiera había empezado a hincharse.
Muestra de ello es que Collins, el mejor pagado, cobraba 14.500 dolares anuales, cantidad que cobra actualmente Alex Rodriguez (NY Yankees) en tan sólo cuatro horas. Mientras que el resto de salarios de la plantilla oscilaba entre los 3.000 y 6.000 dolares anuales.
Gandil, el primer tramposo.
Ante este panorama se empezó a armar un complot contra Comiskey  pensando, también, en el bolsillo de cada uno. Fue el primera base Arnold Chick Gandil quien empezó a confabular el arreglo del desenlace de las Series Mundiales a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero. Así que Gandil se puso en marcha con la inestimable ayuda de su amigo Joseph Sport Sullivan, un hombre del mundo de las apuestas. El primera base de los de Chicago acordó con Sullivan una recompensa de 100.000 dólares si perdían ante los de Cincinati y con la palabra de su amigo convenció a los mejores jugadores del equipo para que se dejasen perder. Eddie Cicotte, Claude Lefty Williams, Oscar Happy Felsh, George Buck Weaver, Charles Swede Risberg, Fred McMullin y Joe Descalzo Jackson fueron persuadidos por Gandil. Ni rastro de Edward Collins, el niño mimado del dueño del club. Aunque habían apalabrado recibir 80.000 dolares antes de las finales los White Sox llegaron al primer encuentro de la serie con 40.000 dolares en bolsillo y algo de recelo por si Sullivan no cumplía con su palabra. Pero Eddie Cicotte se encargo de resolver las dudas sobre si iba a haber amaño o no. En el primer lanzamiento del primer partido el pitcher golpeó al bateador de los Reds. Era la señal para indicar que se iban a dejar perder. Y así fue.
Pero los jugadores implicados seguían sin recibir los 40.000 dolares restantes que tenían pactados con Sullivan así que amenazaron con ganar la serie e incluso logaron imponerse en el sexto y séptimo encuentro, cosa que inquietó a los apostadores y mafiosos involucrados en la trama. Éstos ordenaron a Sport Sulliva que se asegurara que la serie se acabara en el octavo juego.
El pitcher en ese partido iba a ser Lefty Williams, quien, la noche previa al encuentro, recibió la visita de un extraño que le sugirió perder por bien de él y de su esposa. Williams tuvo una mala actuación con la que ayudó a que Cincinati ganara el título de la Series Mundiales. Los White Sox habían manchado su nombre y para siempre más serían recordados como los medias negras.
Leftie Williams, el pitcher corrupto del partido definitivo.
El escándalo no pasó inadveritdo y se abrió una investigación. El jurado de Chicago no pudo encontrar culpables y los jugadores se libraron de acabar entre rejas. No obstante, Gandil y su pandilla no se libraron de un cástigo de grandes dimensiones. El Comisionado de las Grandes Ligas los expulsó de por vida del baseball profesional organizado. Entre ellos se encontraba Joe Descalzo Jackson, el jugador más talentoso de todos los implicados. Años más tarde se supo que Joe Jackson no partició directamente en los amaños. Aunque admitió haber recibido 5.000 dolares de Gandil, Jackson fue el mejor bateador de esa final. En diversas confesiones los involucrados aceptaron que utilizaron la figura del descalzo para ganar crédito ante los apostadores y es por eso que se pone en duda la honestidad de Joe Jackson.
Los medias negras ensuciaron el deporte nacional y la historia dice que una maldición recayó sobre los White Sox, que no fueron capaces de ganar las Series Mundiales hasta el 2005. Largo castigo para el primer gran fraude de la historia del deporte americano.
Los 8 jugadores expulsados de por vida del baseball profesional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario