viernes, 8 de febrero de 2013

Perderse y encontrar la felicidad


Yennenga era una bella princesa, hija del rey Nedega de la etnia africana Mamprusi. Desde los 14 años, Yennenga, se dedicó a luchar en la guerra sirviendo a su padre. Era una gran jinete y lideraba con solvencia a sus tropas en la guerra de los territorios que actualmente se conocen como Ghana. Un día, montada a lomos de su caballo mientras exploraba los amplios territorios que poseía el rey Nedega, Yennenga se perdió. No supo volver a casa, perdió todo lo que tenía y fue recogida por Rialé, un solitario cazador Mandé, otra etnia aficana. Se casaron y de la unión de Yennenga y Rialé, de los Mamprusi y los Mandé, nacieron los Mossi.  Hoy por hoy esta etnia significa el 40% de la población de un país situado al norte de Ghana: Burkina Faso.  
Les Etalons  (los sementales), flamantes finalistas de la Copa África por primera vez en su historia, reciben su nombre en honor a la Princesa Yennenga. Esa princesa guerrera que se perdió y encontró la felicidad.

Perderse y encontrar la felicidad. Eso debió pensar Paul Put en 2005 cuando la Royal Belgian Football Association le suspendió durante tres años por estar implicado en un caso de apuestas ilegales y amaño de partidos. Put había entrenado al Lokeren durante 3 temporadas y hacía dos que era el técnico del Lierse, un modesto club de la Jupiter League, la primera división belga. Ese mismo año apareció en la liga belga un hombre de negocios chino, Ye Zheyun,  que ofreció dinero a diversos equipos y jugadores para influir en los resultados. La trama de corrupción salió a la luz tras varios partidos donde las cuotas en apuestas eran muy elevadas y al final de los 90 minutos siempre ocurría algo inesperado. El Lierse, equipo entrenado por Paul Put, alineó un equipo repleto de suplentes en varias ocasiones sin explicación lógica alguna para perder. Como al Lierse, Ye Zheyun, ayudaba a ganar dinero a equipos y jugadores necesitados. La Louvière, Sint-Truiden o AEC Mons son algunos ejemplos. Pero la realidad es que, tras recibir muchas críticas de la prensa por ello, la Federación Belga solo castigo al Lierse -relegado a la tercera división-, a Hasan Kacic, defensor del Lierse –suspendido dos años- y a Paul Put que debería cumplir tres calendarios sancionado. Al final, el club y el zaguero apelaron el veredicto y fueron absueltos. Y Ye Zheyun, con una orden de arresto en su contra, desapareció del mapa y lo último que se sabe es que reside en algún lugar de China, según publicó L’Equipe en 2006. Así pues el único castigado de una gran trama de corrupción, amaño y apuestas ilegales fue Paul Put. Perderse para encontrar la felicidad, no había otra solución para el veterano entrenador belga.
Paul Put tocó fondo tras el escándalo de Lierse.


Y que mejor lugar para perderse que un pequeño país de apenas diez mil quilómetros cuadrados, rodeado en su totalidad por Senegal, excepto donde un rio, que da nombre al país, desemboca en el Oceano Atlántico. Paul Put hizo las maletas y siguió su camino en Gambia, un diminuto estado africano. Accedió a la oferta de la federación de fútbol del país y aceptó liderar a los escorpiones hacia la Copa África de Angola 2010. Put se encontró con un fútbol muy poco desarrollado, con una mala organización a nivel de competición interna y con jugadores muy físicos pero poco técnicos. Intento aplicar conocimientos adquiridos en Europa pero Gambia fracasó en su intento de llegar a Angola. Put no cumplió su objetivo, pero los méritos que acumuló durante 3 años fueron suficientes para que la Federación de Fútbol de Burkina Faso pensase en él para clasificar a los sementales a la Copa de África de Sudáfrica en 2013 y con el sueño del Mundial de Brasil 2014 en el horizonte. Paul Put ya había encontrado su lugar, ahora faltaba lograr la felicidad.

Los sementales celebran la clasificación a su primera final de Copa África.

El primero de los objetivos llegó de forma dramática, en el partido de vuelta de la última ronda de clasificación para la Copa África. La República Central Africana se había impuesto por 1-0 en los primeros noventa minutos y se adelantó en el minuto 7 ante 35.000 espectadores que soñaban con ver a Burkina Faso en Sudáfrica el año siguiente. Paul Put necesitaba tres goles y el milagro se obró en el minuto 96 cuando Alain Traoré cabeceó a la red y empujó a todo un país hacía la competición africana de selecciones.
Hoy, Paul Put no solo ha clasificado a su equipo para el torneo sino que lo ha llevado a jugar la primera final de su historia. El destino ha querido que Diakité, el portero actual del Lierse fuese el héroe en la tanda de penaltys de la semifinales. Unas semifinales marcadas por la polémica arbitral y rodeadas de un aúrea de presunta corrupción favorable a Ghana. Y ahí estaba Paul Put, un hombre castigado por corrupción, con un portero del Lierse, el club que le condeno al ostracismo viendo como los Mossi ganaban la batalla a Ghana, como en las leyendas del rey Nedega. Los sementales lograron el pase y Put, el belga que tuvo que perderse en África, encontró la felicidad. Como Yennenga.

Burkina Faso celebra el pase a la final. Felicidad absoluta.

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