miércoles, 25 de enero de 2012

El Mirandés y porque amar el fútbol

No tiene nada que ver con el fútbol asiático, directamente. Pero hoy quiero hablar sobre el fútbol modesto, y ahí si entra Asia y su fútbol. Así que ahí va mi pequeño homenaje al Mirandés y a las pequeñas historias de clubs humildes como los de Miranda de Ebro.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, se habla del Manchester City y sus propietarios de Emirates Árabes Unidos. El PSG es el equipo de moda en Francia desde que una empresa qatarí se hizo con el poder del legendario club parisino. En España Florentino se gastó de una tacada cerca de 300 millones de euros para que los mejores cromos del planeta vistiesen de blanco. El nombre de Jaume Roures es trending topic cada dos por tres y es más importante que los chinos vean en prime time un partido de la Barclays  Premier League o de Liga BBVA que los estadios de España estén llenos cada domingo.
El fútbol es un gran negocio, el más grande quizás, y eso hace que cuanto más dinero tengas más poderoso eres. Y si tienes más poder normalmente ganas. Normalmente. Porque existen excepciones.

Pablo Infante, líder del histórico Mirandés
Cada cierto tiempo nos encontramos con un cuento de hadas y un sueño se hace realidad. Quizás no llega a una machada por temporada, pero cuando David vence a Goliat la gente explota de alegría. Por un día se olvida a CR7 y sus millones, Rooney y su twitter no tienen importancia, incluso Messi o Guardiola pasan a un segundo plano. Por un día la gente recuerda por que ama el fútbol: porque son capaces de vibrar celebrando un gol de un pequeño equipo burgalés de la tercera categoría del fútbol español. Porque ayer todo el mundo era del Mirandés, porque gusta el esfuerzo del club pequeño. Porque por un día el héroe de España es un banquero que juega al fútbol por las tardes y porque gustan las imágenes de un vestuario humilde, sin lujos ni grandes instalaciones. Es el triunfo del fútbol modesto en particular, y del fútbol en general.

Todos celebramos los goles de Javi Moreno o Jordi Cruyff en aquella final de UEFA del Alavés contra el Liverpool. Todos lloramos cuando Lehmann paró aquel penalty a Román Riquelme que forzaba la prórroga en unas semifinales de Champions League. España entera vibró con cada uno de los cuatro goles que le metió el SuperDepor al todopoderoso Milán para remontar esa eliminatoria. No solo el barrio de Getafe soñó cuando se adelantó por 3-1 en aquella mítica prórroga ante el Bayern de Munich. El Alavés, el Depor o el EuroCelta son ejemplos de cómo puede triunfar el fútbol modesto, son un premio a una afición y al público en general que celebra sus gestas como si fueran de su propio equipo. Ahora militan en segunda, donde puede acabar el Villareal el año próximo, al igual que el Alcorcón que fue capaz de endosarle un 4-0 al Madrid en un partido que también pasará a los anales de la historia.

Felicidades al Mirandés por abrir los ojos a tanta gente, por hacer que, al menos por un día, el fútbol modesto esté en boca de todos y por romper esta monotonía de clásicos entre Madrid y Barcelona. Hay fútbol más allá del máximo nivel, lamentablemente aparece a escena una vez por temporada. Pero solo por esa vez, solo por imágenes como las de ayer en Anduva, hay gente como yo que afirma que el fútbol es lo más bonito que hay.